Ya no somos modernos: Pista 01 'The Crystal Lake'
Arrancamos la serie de artículos de Jota Martínez Galiana titulada 'Ya no somos modernos', inspirados en la novela del mismo nombre que se editará en marzo
Ya no somos modernos es una novela de Jota Martínez Galiana. Una obra literaria atravesada de música que la editorial Eutelequia publicará en marzo. El Fiera, un joven licenciado oriundo de un pueblo de Valencia fronterizo con La Mancha, viaja en tren a éste desde la capital tras visitar a un amigo de la infancia recién casado. Las canciones del CD que va escuchando evocarán los sucesos y sentimientos que han marcado su juventud y adolescencia y conforman la estructura del libro: trece canciones que se corresponden a los trece capítulos (o pistas) del libro, que Elepé adelanta en una serie de artículos del propio autor.
Pista 01: The Crystal Lake
Intérprete: Grandaddy
Autor: Jason Lytle
Álbum: The Sophtware Slump (V2, 2000)
"Nunca deberíamos haber perdido aquel lago de cristal donde la fiesta continuaba hasta que caíamos rendidos, pero todos sabíamos, en cierto modo, de un modo u otro, que el suelo sobre el que nos deslizábamos era frágil y quebradizo, incapaz de soportar la presión de la rutina y los hechos cotidianos que siempre luchan por inundarlo todo y ahogarnos".
La canción que abre Ya no somos modernos es, sin embargo, una melancólica canción de despedida. Tanto por su letra, que evoca con nostalgia imágenes de un paraíso perdido, como por una música que, especialmente en sus grandiosos compases finales, podría servir de banda sonora de una imagen de fuga irremediable, como por ejemplo un plano que muestre unos puños que inútilmente traten de retener una cascada de arena precipitándose desde su vientre. De hecho, en la primera versión de la novela, correspondía al último capítulo.
Decidí emplearla en el momento opuesto, el principio, porque creo que sus cualidades mencionadas más arriba eran ideales para envolver los recuerdos del, por así llamarlo, último verano de la inocencia del Fiera, el estío anterior a sus estudios universitarios que le harán abandonar su pueblo, el agosto en que un corazón azul se cruzará en su camino y le cambiará la vida para siempre.
Por seguir con las contradicciones, a diferencia de los autores del resto de canciones que inspiran los capítulos del libro, Grandaddy no es un grupo que tenga un gran peso en mi vida. Llegué a ellos precisamente por esta canción. The Sophtware Slump es un disco entretenido, el único que me interesa de su discografía, pero The Crystal Lake es una de las canciones más emocionantes que nunca haya escuchado. O quizá fuera por las circunstancias en que me la tropecé por primera vez: cerrando a todo volumen la sesión de Nochevieja de un local que ya no existe en un pueblo que ha cambiado mucho. Quizá por eso también siempre que la escucho debe sonar muy alta para que consiga evocar en mí aquella emoción primigenia.