Reseña de 'Reflektor' de Arcade Fire
Reflektor es el cuarto álbum del grupo canadiense de rock indie, Arcade Fire. El doble álbum fue producido por James Murphy, ex líder de LCD Soundsystem
Lo sé: estos días hay Arcade Fire hasta en la sopa. Cuando, por fin, se publica un álbum –o, mejor dicho, doble álbum– del que, desde hace meses, salen noticias casi a diario, y que, ya antes de sonar, tanto los medios generalistas como algunos especializados calificaban de “(candidato al) disco del año”, pueden ocurrir dos cosas: a) nos dejamos contagiar y saltamos en éxtasis con cada acorde o b) acabamos muy hartos del marketing machacón, aunque se trate de un buen –o incluso muy buen– trabajo. Tras una maratón publicitaria con un logo misterioso omnipresente en una especie de guerrilla marketing viral, un snippet ultracorto para anunciar una fecha misteriosa (que resultó ser la del lanzamiento del primer sencillo), un concierto secreto bajo un seudónimo, presentaciones en directo, ha llegado Reflektor, el anunciadísimo cuarto disco de Arcade Fire. ¿Es tan bueno como esperaban unos? ¿O tan malo como temían otros? Ya veremos… En todo caso, han sido un embarazo y un parto largos, y toca echar un vistazo al “bebé”, al que sus padres, por supuesto, consideran la criatura más bonita del mundo. Pero todos sabemos que también hay bebés feos, así que mejor no nos fiamos de los padres y sacamos nuestras propias conclusiones.
Por cierto, la portada luce una escultura de Auguste Rodin titulada Orfeo y Eurídice, y el álbum fue presentado sobre un vídeo de la premiada película Orfeo negro del francés Marcel Camus. Grandes nombres de la mitología griega arropan este disco, que cuenta en la producción con otro gran nombre, James Murphy, el ex líder de LCD Soundsystem. Gracias a él, Reflektor resulta mucho más bailable que los álbumes anteriores.
Reflektor es el primer single lanzado y, además, da título al álbum. Este título y la letra hablan de un espejismo (“It’s just a reflection of a reflection of a reflection of a reflection”), pero lo cierto es que, de espejismos no tiene nada esta canción. De hecho, es una de las mejores canciones del disco y nos revela algunos de sus principales ingredientes: sonidos muy ochenteros y noventeros, influencias de la cultura haitiana y los habituales coros melódicos de Arcade Fire. Como guinda, la aparición estelar, pero corta, de David Bowie en el estribillo y en los coros hacia el final. Llama la atención la longitud de más de 7 minutos del track, que anticipa la enorme extensión del doble álbum de… ¡85:16 minutos!
We Exist parece una especie de afirmación provocadora hacia los que creen en la uniformidad de las personas, un llamamiento a la tolerancia de lo diferente. En el fondo suena una línea de bajo como inspirada en Billy Jean, pero la canción no suena a algo recalentado, sino que evoluciona y se convierte un puzzle curioso.
Sorprende Flashbulb Eyes porque es puro reggae, e incorpora algunos instrumentos y ritmos tribales propios de la cultura haitiana. Y es que el cantante, Win Butler y su mujer y también miembro de la banda, Régine Chassagne, pasaron un tiempo en Haití y sintieron que la música autóctona, llamada “rara”, les cambió la vida (musical).
“Hubo una banda [en Haití] de la que sentí que me cambió musicalmente; me abrió realmente a esta enorme amplitud de cultura e influencia, a la que no había estado expuesto antes, y realmente cambió mi vida.” Win Butler
Here Comes The Night Time es, sin duda, el segundo gran tema del disco, a pesar de una especie de reggaeton desconcertante y unos cambios de ritmo brutales que hacen terminar este track en una especie de carnaval latino. “But if there's no music up in heaven, then what's it for?". Muy buena pregunta, Win.
Volvemos al rock con Normal Person, de la mano de un riff de guitarra distorsionada que no se olvida fácilmente, una canción sólida con un comienzo y un final que simulan una actuación en directo. En las actuaciones directo será la delicia de los fans.
Sigamos con este sorprendente viaje por la historia de los géneros musicales, porque You Already Know se presenta como un track de synthpop bailable, que me trae reminiscencias de The Cure, en concreto de The Love Cats. Acaba en un aplauso enlatado, como si el grupo se quisiera asegurar de antemano de una buena crítica.
Joan Of Arc, la última canción del primer álbum, arranca con punk, pero luego alterna cantos misteriosos (en parte en francés) y cambios de tempo con un estribillo pegadizo. Otra canción puzzle. Como bien indica el título, la letra es una oda en inglés y francés a la heroína Juana de Arco.
El segundo álbum comienza con la continuación onírica de una canción del primero, Here Comes The Night Time II, pero añadiendo una atmósfera de suspense. Al mismo tiempo, sirve de introducción al tratamiento del mito griego que anuncia la portada…
En la mitología griega, Orfeo cantaba tan bien que, con su voz, domaba a las fieras y embelesaba a las personas, como la joven ninfa Eurídice, que se convirtió en su amante. No hubo final feliz. Awful Sound (Oh Erydice) nos lleva a un viaje psicodélico, que empieza muy melódico, para, en dos ocasiones, volverse doloroso y estridente y convertirse en un “mal viaje”.
It’s Never Over (Oh Orpheous) nos devuelve al new wave de los ochenta, una década que, ciertamente, no parece haber terminado nunca. Pero como la mayoría de los tracks de este álbum, también engaña, porque una canción de más de 6 minutos no puede ser lineal, y menos si sale de las mentes de Arcade Fire. A veces te preguntas si sigues escuchando la misma en la misma canción, pero luego la letra recurrente nos recuerda que así es.
¿Qué se puede esperar de una canción titulada Porno? ¡Pues no! De entrada, suena como si un niño jugara con un organillo. La voz de Butler sí añade un punto de tensión sexual, aunque suena llena de dudas existenciales de las que habla la letra: “Makes me feel like something's wrong with me”.
Estamos ante el segundo single presentado, Afterlife (“el más allá de la muerte”) de aparente sencillez, pero que encierra en sí una profunda madurez de sonido y letra que te atrapa con cada nueva escucha. Y, cuando piensas que ya ha terminado, retorna con fuerza (¿de ultratumba?).
Supersymmetry asusta con sus 11:17 minutos, y transcurre lenta y densa. La letra es minimalista y repetitiva y, junto con la instrumentalización suave con pequeños altibajos, va a hacer las delicias de cualquier recopilación chill-out que se precie. De repente, un silencio sepulcral muy prolongado hace dudar si la música sigue o no. A partir del 5:55, solo los más fieles a las locuras del grupo (o de los últimos discos de Radiohead) reconocerán música en lo que yo calificaría de “5 minutos de psicofonías”.
Tras escuchar cuatro veces este doble álbum de hora y media, sigo sin saber qué opinar de Reflektor porque, igual que un buen espejo, refleja los que nosotros proyectamos en él. Desde luego, no es un disco fácil y parece concebido para no satisfacer a nadie por completo, por mezclar influencias y experiencias. Al mismo tiempo es imposible que no te guste nada. A mí me demuestra que hay una línea muy, muy delgada entre genialidad y locura.